Horacio Cruz le responde a los críticos del Consultorio Jurídico



Es pan de cada día que los estudiantes se quejen del Consultorio Jurídico. En estas páginas varios artículos han criticado desde la infraestructura, por la gerencia interna y el exceso de, hasta las “roscas” que privilegian a algunos y perjudican a muchos. El director de Consultorio Jurídico nos abrió las puertas de su oficina para mostrarnos la otra cara de la moneda; su versión de la historia.

Horacio, en la edición pasada se publicó un artículo que entre muchas otras cosas afirmaba lo siguiente: “Consultorio Jurídico es el rodadero de cabezas, el reflejo de la inquisición en pleno siglo XXI y de la burocracia predadora de la mayoría de instituciones públicas del país. (...) El director no toma decisiones, solo está presente algunas horas del día y es completamente ajeno a los estudiantes. Su labor parece reducirse a firmar certificados para autorizar actuar dentro de los procesos. Y lo más importante, cómo no, a iniciarles los procesos disciplinarios a los estudiantes (…)”. Y los ataques continúan (ver ed. 31).

¿Qué opinión le merecen estas afirmaciones?

Naturalmente, no comparto los señalamientos, entre otras cosas porque parten de una concepción equivocada de la manera como está estructurado el Consultorio Jurídico. Creo que obedecen al sentimiento de un estudiante, pero no a la realidad del Consultorio.

Que el consultorio es un rodadero de cabezas sencillamente no es cierto. Remitámonos a las estadísticas: de una población total de 170 a 200 estudiantes semestralmente, por mucho el dos por ciento reprueban la materia por diversas razones, tales como inasistencia a audiencias y/o diligencias judiciales, vencimientos de términos o negligencia durante el semestre de práctica. Le pongo un ejemplo: durante el año 2013 se hicieron 14 requerimientos a estudiantes por inasistencia a audiencias y vencimiento de términos, situación que está tipificada como causal de pérdida de la práctica jurídica. De esos 14 requerimientos (7 en 2013-1 y 7 en 2013-2, se tomó la decisión de reprobar a 8 estudiantes (4 en cada semestre); por su parte, en el segundo semestre de 2012 se hicieron cinco requerimientos, de los cuales solo un estudiante reprobó, pues en los demás casos se consideró la existencia de una justa causa.

Con respecto a lo que me dicen de que soy ajeno a los estudiantes, pues tampoco lo veo así. He implementado un horario de atención y este semestre hemos reservado dos espacios para realizar reuniones generales con todos los estudiantes, con el ánimo de escuchar sus observaciones, inquietudes y sugerencias respecto de la práctica jurídica. Creo que será una oportunidad muy valiosa para aclarar situaciones y corregir aquellos aspectos que quizá no hayamos identificado.

Yo no puedo estar haciéndole seguimiento a 600 o 700 procesos, que en promedio se llevan. Sin embargo, los estudiantes pueden acudir y manifestarme cualquier inquietud. Pero si no vienen…


¿Cómo es un día normal de trabajo suyo?

Mis actividades no se restringen a la dirección del Consultorio Jurídico. En un día normal participo en reuniones, tanto en la facultad como en el Consultorio, atiendo estudiantes y abogados que hacen parte del equipo de trabajo, preparo y dicto clases. Este semestre tengo el curso de Pruebas. Además estoy preparando dos libros que vamos a publicar, uno sobre el Código General del Proceso y otro sobre Derecho Probatorio.

Todo lo que sucede en Consultorio Jurídico termina siendo responsabilidad mía. Hay cosas que no se pueden cambiar y que le molestan mucho a los estudiantes, por ejemplo, la pérdida de la materia por inasistencia a una audiencia o por vencimiento de un término. Eso siempre ha causado malestar.

Ahora que habla de eso, ¿considera proporcionales esas sanciones?

Entiendo que a los estudiantes les molesta que tengamos en nuestra directriz una causal de pérdida de Consultorio por inasistencia a audiencias o diligencias, así como por el vencimiento de términos procesales. No obstante, estoy absolutamente convencido que, si bien es una sanción rigurosa, no es injusta. Estamos en un escenario de práctica jurídica en el que el estudiante está representando intereses de terceros, que acuden a nosotros para poner en nuestras manos la defensa de sus intereses. Lo mínimo que el usuario del Consultorio Jurídico y de la administración de justicia espera de nosotros, es un grado de diligencia.

Otro de los señalamientos con el que algunos estudiantes se sintieron identificados fue este: “El ambiente es tensionante. El acoso a los estudiantes es permanente. El número de casos recibidos aumenta de manera considerable sin tener en cuenta que la materia de Consultorio tiene cuatro créditos y que muchos estudiantes también trabajan, cursan varias materias, se encuentran en examen de facultad y tesis”. ¿Algo para decir?

Yo soy consiente de que muchos estudiantes ya han empezado a trabajar, pero no se les pueden olvidar sus responsabilidades con Consultorio. No se puede asumir como excusa que tienen una reunión de trabajo y dejar a un lado lo que les corresponde hacer aquí. Lo de los cuatro créditos no se puede analizar así, en abstracto. Claramente el tiempo que se le dedica no tiene que ver con los cuatro créditos, hay que mirarlo como un compromiso social y como un deber legal. Todo estudiante de Derecho tiene que cumplir con esta práctica.

¿Qué es cierto entonces de todas las acusaciones que se hacen contra Consultorio?

Afirmar que no hay problemas es irresponsable. Desde el año pasado, con el apoyo de la Decana, se armaron unos focus groups para escuchar la opinión de los estudiantes. Yo creo que el mayor problema, o la causa de los problemas,  es el desconocimiento de los estudiantes frente al Manual de Consultorio. Ahí está la carta de navegación. Si el estudiante tiene claro cuál es el procedimiento a seguir dentro de su práctica se evitarían muchos problemas y confusiones.

¿Qué le diría que les espera en Consultorio a los estudiantes que están próximos a entrar?

¡Que estén tranquilos! Antes que nada, que no se asusten, que este no es el régimen del terror que muchos creen. Nosotros desafortunadamente tenemos un sistema de administración de justicia que nos obliga a obedecer muchas reglas de juego, entre ellas el manual de inducción y la directriz. Si tiene presente esas reglas y está atento a las reglas le aseguro que no va a tener ningún problema.

¿No cree que justo ahí está uno de los problemas? ¿En el exceso de reglas, de requisitos y de formalismos?

Estás partiendo de una afirmación: que hay un “exceso de reglas”. Yo no lo veo así. Insisto en que los estudiantes están representando intereses de terceros, para lo cual debe haber un seguimiento riguroso. Si bien procuramos empoderar al estudiante en su rol como futuro abogado, también es cierto que no lo podemos dejar solos.

Durante el pregrado, por lo menos en los Andes, existe una tendencia a hacer las cosas sin formalidades. Nuestro sistema judicial, por el contrario, nos obliga a cumplir ciertas formalidades. En todas partes hay burocracia.

Aquí, además, los estudiantes no trabajan solos, trabajan con la camiseta de la universidad de los Andes. Nosotros debemos tener un seguimiento frente a los procesos, pues quien responde finalmente es la Universidad, aunque cada proceso esté en cabeza de un estudiante.

¿Qué cree que le queda a los estudiantes después del año que pasan acá?

Muchísimo. Son muchas las habilidades que se aprenden, por ejemplo en resolución de conflictos jurídicos y materia de negociación. Pero lo más importante para mí es el conocimiento de una parte de la realidad del país y de cómo opera la justicia. Aquí una buena cantidad de estudiantes son privilegiados y afortunados, pero ese no es el grueso de nuestra realidad nacional. Hay algo muy valioso que muchas veces se olvida, y es el sentido social de la profesión del abogado. El Consultorio es una herramienta puesta al alcance de la gente para ayudarlos a hacer valer sus derechos.

Probablemente la mayoría aquí no se quiere dedicar al litigio tradicional en los juzgados, pero por eso mismo es importante que aquí conozcan también algo de la realidad de la administración de justicia, que no se ve igual desde las firmas, aunque ese trabajo sea igual de respetable.

Cambiando de tema, hay otra queja recurrente y es qué hacer para que los estudiantes realmente puedan escoger sus áreas y no dependa de la velocidad para hacer click en el banner.

Eso no solo está en manos nuestras sino también del sistema de banner. A pesar de los inconvenientes en la inscripción de las áreas, este semestre avanzamos mucho en cuanto a la flexibilización y el equilibrio en la selección de las mismas.

Eso tiene que ver con la siguiente pregunta: ¿considera que las cargas de trabajo están equilibradas entre las distintas áreas?

La carga en cada área, por la naturaleza de los procesos y la demanda de justicia, es diferente. La dinámica del proceso penal, por ejemplo, es diferente a la de patrimonial o familia, donde está en trance de implementarse la oralidad. Lastimosamente en nuestro país la litigiosidad se ve reflejada de manera más marcada en los asuntos penales. Eso es propio del sistema judicial, no de Consultorio.

En noviembre de 2013 un estudiante del área de derecho Penal tenía a su cargo un promedio de 5.83 casos, mientras que en otra área el promedio oscilaba en tres casos. Para buscar un equilibrio en las cargas este semestre abrimos la posibilidad de que los estudiantes de penal estén vinculados solo en esa área. Caso similar ocurre con las clínicas de Prisiones y PAIIS, debido a que la carga es más “pesada”.


Hubo un episodio en el que un escrito anónimo en el periódico Sin Vergüenza criticando Consultorio desencadenó en un problema disciplinario y demás. ¿Nos podría dar su versión de los hechos en ese incidente?

(Risas) Bueno, primero miremos la diferencia entre este artículo en Al Derecho y el de El Sin Vergüenza. Lo único que tienen en común es que son anónimos. Ojalá pudieran los dos escribir con nombre propio para que podamos enfrentar los problemas de frente y sin pelos en la lengua. A un anónimo se le resta credibilidad. Quien escribió esta columna (en Al Derecho) hace afirmaciones fuertes y a veces poco sustentadas, pero para mí no alcanza a llegar al irrespeto. En El Sin Vergüenza, además de ser anónimo, las afirmaciones que se hacían rayaban con el irrespeto. Yo respeto completamente la libertad de expresión, pero como debe saber, ese derecho llega hasta que las afirmaciones se hacen son deshonrosas o irrespetuosas.

Yo invito a que los estudiantes se expresen y manifiesten sus desacuerdos en los escenarios que consideren adecuados, pero dentro de los límites del respeto por el buen nombre de los demás.


Pero de cualquier manera, ¿no cree que en ese caso hubo censura?

No. Es el mismo reglamento general de estudiantes de pregrado, en su artículo 110, el que tipifica la injuria contra integrantes de la comunidad uniandina como una falta disciplinaria. Cabe destacar que en el marco del proceso disciplinario el estudiante que autorizó la publicación del anónimo se retractó.


¿Algún mensaje final para todos los que se quejan de Consultorio?

La invitación es a que no se tapen las cosas. Muchos no dicen nada abiertamente hasta que terminan su práctica o lo hacen a través de anónimos por temor a una nota. Yo creo que no hay necesidad de eso, este no es el régimen inquisidor, como creen algunos. El estudiante uniandino cuenta con muchas garantías.


Los invito a que nos ayuden a construir un escenario de práctica valioso para todos. Para ello es importante que hagan críticas constructivas pero dentro del respeto y a través de los canales institucionales. ¡Y ojalá con nombres propios!

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